Se le considera la mejor gimnasta de todos los tiempos, pero el martes pasado, Simone Biles, la campeona defensora, dio un paso atrás por su propia salud mental y se retiró de la competencia individual para concentrarse en lo que su vida necesita ahora.
Lo determinado por Simone Biles de tomarse un descanso para recuperar su quebrantada salud mental, se traduce en una decisión de alto valor, de gran heroísmo y de mucha fuerza espiritual.
Con el peso del mundo sobre sus hombros y un nivel de expectativa que probablemente ningún otro atleta ha tenido que soportar de cara a unos Juegos Olímpicos, Simone Biles, de 24 años, tomó la valiente decisión de elegirse a sí misma. Y eso, vale más que el Oro que seguramente ganaría en Tokio.
Biles se retiró de la competencia por equipos porque no estaba en el espacio mental adecuado para continuar. Dijo que no quería costarle una medalla a su equipo y se retiró de la competencia para preservar las posibilidades de los Estados Unidos de la supremacía en esta disciplina.
“Tengo que concentrarme en mi salud mental y no poner en peligro mi salud y bienestar”, dijo Biles. “Tenemos que proteger nuestro cuerpo y nuestra mente. Simplemente apesta cuando estás peleando con tu propia cabeza”, añadió al hacer el valiente anuncio.
La fuerza de Simone es admirable, porque, cuando lo que estaba en juego era muy grande, decidió elegir su salud, lo que alentará a otros en este mundo a hacer lo mismo, máxime en estos tiempos donde hay tanta gente de todas las edades, con depresión, con desesperación mental, en soledad, invadida por la tristeza.
Aquí en Costa Rica, en Estados Unidos, allá en Tokio y en todas partes, hay gente con depresión y tristeza, esta decisión de la gran atleta, ha de aliviarle el dolor a muchos, servirá a muchos de aliento. Nos place aquí en Sinfonola compartir este gran mensaje que deriva de la ejemplar decisión de Simone Biles.
Periodista Marco Tulio Vega.
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